La mujer emprendía un camino para salvar a su hija que al
final nació muerta. Por falta de amor, no de la madre, sino del mundo. Todavía
falta recortar algunas hojas y ponerlas al derecho porque las cosimos mal. El
libro no se termina, como la carta, como todo esto, hasta que sí. Hasta que
baste un soplo para regresar a la tierra y contarle al mundo que nos conocimos:
y la aguja perfore el papel y el hilo rasgue el algodón y las letras estén
parejitas. Es una cosa única esta que se escribe entre páginas. Es perfecta en
su distancia y en su entenderse. Pura ternura, puros roces, sonrientes y quedos,
como una prensa.
-Pásame una A.